Reflexión: volviendo al primer amor
Esa mañana me levanté con semblante decaído como era costumbre hacía mucho tiempo, él una vez más preguntó qué me pasaba, si estaba enferma o tenía algún problema. Yo le dije que todo estaba bien.
El marchó hacia su trabajo y yo me quedé una vez más aburrida y me dispuse a hacer mis labores cotidianas del hogar.
Estaba cansada de mi situación, me sentía atrapada por la rutina, recordaba esos días en que me sentía feliz de haber formado un hogar con mi esposo.
Pero hacía mucho esos bellos días habían pasado, los juegos artificiales se habían apagado y yo solo deseaba sentirme viva de nuevo como mujer. No podía quejarme de su trabajo y su empeño por darme lo que yo necesitaba, pero en su afán y en su rutina diaria había dejado de ser detallista y atento conmigo.
A veces yo buscaba en la intimidad despertar esas pasiones perdidas, pero él parecía no entender mi lenguaje. En el sexo yo quedaba insatisfecha física y emocionalmente. A veces sentía que yo no le importaba, que solo buscaba su satisfacción sin importarle mis necesidades como mujer.
Fue un día largo y aburrido, ya casi de noche llego de su trabajo a la hora acostumbrada. Me encontró leyendo un libro, se paró frente a mi y me dijo... "Arréglate, quiero salir contigo" . Le dije : "Perdón, que dijiste?". "Lo que acabas de escuchar", agregó.
Sin recuperarme de la sorpresa me levanté y me fui a dar un baño, estaba preguntándome que se proponía hacer y adónde quería ir conmigo.
Al pararme frente al espejo a maquillarme me preocupaba que tuviera alguna mala noticia que darme, tal vez me quería dejar, pensé. Aún así tomé mis mejores zapatos y me los calcé, entusiasmada como un niño que invitan a un paseo, porque hacía mucho no salia con él, a menos que fuera para algún evento de su trabajo.
De pronto él se paró en la puerta de mi habitación, se había duchado en el otro baño y mientras yo me arreglaba él ya lo había hecho en el cuarto de servicio. Me sorprendió verlo tan elegante, tan perfumado, no pude evitar sonreír al ver que me miraba de una manera seductora. "Estás lista?" Preguntó, "Dame unos segundos" le dije.
Tomamos un taxi y me llevo a un restaurante donde solíamos ir de novios, como todo un caballero sacó la silla y me invitó a sentarme, tengo que confesar que no disfrutaba del todo esas atenciones porque no sabía que se traía entre manos. Me preguntaba si me había sido infiel y hacía esas cosas por sentirse culpable y congraciarse conmigo.
Al notar mis gestos de extrañeza sonrió y me dijo: "No te preocupes, sólo quería agradecerte por haber estado conmigo en las buenas y las malas, por estar pendiente del hogar y de mis cosas". "Ya lo has hecho algunas veces", lo interrumpí." Lo sé( continuó él) pero quería afirmarlo y también pedirte perdón porque sé que a veces me he olvidado de ti y de tus necesidades más personales.
Mientras mis ojos se abrían con asombro el me dijo que estaba feliz de haberme conocido, de estar conmigo y de que yo siguiera a su lado a pesar de tantos problemas, y como cereza en un postre, cerró su discurso diciéndome: "Te amo".
Para cuando terminó mis ojos estaban agüados, no se si de alegría, de sorpresa, de emoción, de felicidad o de todo al mismo tiempo. Hacía mucho no le escuchaba decir eso, excepto alguna vez mientras me hacía el amor. Yo me quedé en silencio y solo pude articular en mis labios un "Gracias ".
La cena terminó y salimos a caminar, me llevo de la mano por la calle, y caminamos por un parque cercano, hablando de muchas cosas, como hacía tiempo no lo hacíamos.
"Se está haciendo tarde", le dije, "tienes que trabajar mañana". "No importa(Contestó) pedí permiso en el trabajo para descansar mañana y dedicarte el día a ti...
Aún está joven la noche, quiero estar contigo, tengo ganas de estar contigo". "Y pense ahora, seguramente iremos a casa, me lo hará como de costumbre y se quedará dormidote, me decía yo haciendo pucheros disimuladamente.
En ese momento mandó parar un taxi y nos subimos, le mencionó al taxista nuestro destino en voz baja y noté con extrañeza que el vehículo tomó un rumbo diferente al de ir a nuestra casa. Me miró a los ojos y le pregunté : "adonde vamos"? "Ya verás", me respondió. Un momento después nos bajamos en el mismo lugar donde íbamos de recién casados.
"Vamos" me dijo suavemente, yo sonreí nerviosamente.
Parece que aquel lugar le refrescó la memoria de las pasiones que vivimos recien casados, como hace 15 años , porque volvió a ser aquel hombre cálido, tierno y a la vez apasionado que me hizo de nuevo sentirme viva, deseada y lo más importante... Me hizo sentir amada.
Días después me enteré que aquella mañana del día en que ocurrió todo eso, él se desvío de su trabajo para hablar con mi hermana- confidente, porque estaba preocupado por mi, y que ella le había contado lo que me pasaba. Y él le preguntó por qué yo no le había dicho nada, y ella le respondió que porque tal vez como en el caso de ella con su marido, no serviría de nada y no cambiaría las cosas.
Pero afortunadamente en él si tuvo efecto aquella sugerencia, porque desde ese día se volvió más atento, es más amable y le gusta piropearme y darme a veces palmaditas atrevidas. Y aunque no hacemos el amor tanta cantidad de veces, cuando ese momento ocurre, él se encarga de que lo vivamos de una manera muy especial y maravillosa, y yo gustosa le ayudo en ese sentido.
Esta aprendiendo cada día a alimentar nuestra relación en cada detalle y yo me encargo de hacer lo mismo porque él también se lo merece.
“¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!”
Cantares 4:10
Que importante son las miradas coquetas y sonrisas de un matrimonio que se ama. Practícalo con tu pareja y tendrás un día feliz.
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